sábado, 20 de diciembre de 2008

Aleceia


Vino Suso33 al Cervantes, junto con Frank T, graffitis de uno mientras el otro actuaba junto con otros raperos chinos.

He empezado a hacer la mudanza, varios viajes de mi casa de ahora a mi casa de mañana con maletas llenas de libros y mantas de colores.

Muchos de los amigos que estaban aquí han regresado a España y la semana ha sido un sinfín de despedidas y fiestas, bailes en las MacIndie nights del KaiBar y nuggets de pollo a las seis de la mañana antes de regresar a casa.

Ayer fui a un curso de cocina italiana con un amigo que me invitó ya que le había tocado el curso como premio que daba una revista a la mejor historieta. La suya.

Por penúltima vez he ido a un masaje chino de ciegos, de los que me gustan a mí. Mi espalda está fatal y parece que los masajes chinos consiguen que vuelva a circular la energía por mi cuerpo.

Ahora mismo veo un documental sobre la La Gran Marcha del Ejército Rojo.

Mañana Darío coge un avión para Pekín.

En 9 días estaré pisando suelo español. Creo que besaré el suelo como hacía el Papa.

lunes, 15 de diciembre de 2008

苏州最美的树

¡El árbol más bonito de Suzhou!

viernes, 12 de diciembre de 2008

Botas, sardinas y pantalones


La luna llena amenaza como siempre contra mi buen estado de ánimo. Que sí, que estoy bien, que me he convencido, que lucharé por los hombres buenos y mis quehaceres, que son muchos. Hoy es mi tercer día de vacaciones sin viajes ni actividades varias. Simplemente yo. Precisamente yo. Sólamente yo. Así una que ha podido dormir, ha salido de paseo y ha pintado tras un año sin coger un pincel. Ni que fuera pintora llevada a la esterilidad creadora, no. Pero vamos, que siempre me gustó pintar, eso sí, durante una hora o dos, que luego me canso, inconstante que soy.

En China resulta que no me canso, me he motivado y me quedaré un año más, estudiando chino y ¿algo más? Sí, mucho más, caminando y cruzándome con todo tipo de conductores de carros llenos de cachivaches (homenaje a mi amiga Lu), viendo a los niños con el culo al aire, las abuelas y sus bailes, y las cometas.
Hace ya dos fines de semana marché a uno de mis últimos viajes chinos del año. Doce horas de tren, bebés al borde de la deshidratación, madres que no les quitaban las cinco capas de abrigos de lana (eso sí, bien que llevaban el culo al aire, los pantalones de bebé abiertos por el culo son el pan de cada día aquí en China), llantos en el vagón, imposibilidad de conciliar el sueño. Cinco amigos y la ciudad de Suzhou y el pueblo de Zhouzhuang. Poco turista y mucho desplazamiento en carricoche. Diversión máxima en la llamada Venecia de Asia (tantas Venecias en el mundo, cuando fui a San Petersburgo se decía lo mismo de la ciudad, "La Venecia del Norte", creo que de Amsterdam también se dice algo parecido y en Macao los chinos han hecho un hotel que es la Venecia de cartonpiedra. Por no porno hablar de la little Venice de Dubai, muerte en vida).
Pues bueno, siendo como sea y se parezca a lo que se parezca Suzhou ha resultado ser un lugar que bien merece ser visitado, sí sí, aquí en China donde tantos sitios desilusionan al turista, que suele esperar nosemuybienqué. Un templo, otro; visto uno, vistos todos; frase esta megautilizada entre muchos de los que se encuentran aquí por un tiempo razonable, véase un año. Yo aguanto estoica. Bueno, más que aguantar, paso el tiempo. Si aguantara el simple hecho de usar este verbo (aguantar) implica un sufrimiento. Y de momento no sufro.