domingo, 11 de noviembre de 2007

Di liu ke! Érase que se era, una muralla


Pekín es a Mutianyu como Madrid a la Pedriza.
Sábado por la mañana. Destino: "fin de semana en hotelillo al pie de la muralla en zona poco o nada transitada". Sensaciones: parece un fin de semana en Madrid en que una decide ir a Toledo o a Segovia a comer cochinillo. Ilusión máxima.
Jack Muralla (así se hace llamar el chófer de la furgo que nos ha llevado) nos ha deleitado con una conducción al más puro estilo rally del Jarama si bien en este caso no se sorteaban árboles sino bicicletas, perros y ovejas. Tras llegar al hotel, y pasar más de tres horas comiendo en el restaurante del mismo todo tipo de verduras chinescas, nuestro grupo de 13 aguerridos becarios españoles se ha dirigido a la muralla. Anochece. No queremos volver al hotel aún. Son las cinco de la tarde. Ea pues. Andamos por un camino hacia el pueblo, no llegamos, está muy lejos, no hay luz en las farolas, apagón. En la garita de entrada a la muralla una china pasa miedo con una vela como única luz. Nosotros pasamos más miedo aún al verla entre los cristales. Nos dice en chino algo que en español sonaría de la siguiente manera: " Cuando el cielo está negro no se puede hacer nada"...Esta frase curiosa surge en contestación a nuestra pregunta de si hay algo en el pueblo (bar, restaurante, karaoke, lo que sea..) para pasar el rato. Decidimos volver a nuestro hotel-hostal-casa rural. El cielo es una bóveda de estrellas, nunca vi tantas, ni en las noches de verano en la playa, ni desde la portada de mi amada Santa Cruz...Emoción.
Caminamos al son de lejanos ladridos de perros. Algunos quieren pensar que son lobos para dar más emoción al paseo. Una luz a un lado del camino, una casa de un chino, nada más alrededor. Sirven comidas, sirven cervezas. Entramos, pedimos y bebemos tímidamente en un saloncito en el que come un grupo de diez personas, unos chinos y otros filipinos (así nos lo hicieron saber). Cuando terminan de cenar encienden la tele de la sala y ponen un karaoke casero. No hay marcha atrás. Hemos firmado nuestra sentencia de muerte. Locos cantamos con ellos y bailamos como en la excursión del campamento. El dueño de la "casa, ahora bar" nos sirve cerveza y nos prepara empanadillas y tortas. Seis horas más tarde salimos del lugar. Menos luz aún.
Al llegar al hotel del Resplandor la gobernanta nos dice que estaban preocupados, que habían pensado en salir a buscarnos por los alrededores...No imagina la mujer qué podíamos haber estado haciendo con tantas horas de cielo negro que habían transcurrido.
Mañana siguiente, Jack Muralla nos espera para llevarnos a Mutianyu. Vistas, más muralla, más recorrido, un telesilla, un tobogán de bajada, un camello y un burro.
Domingo de regreso, sensación de agotamiento de campo, ese cansancio que sabe bien, que gusta. Regreso a la infancia, recuerdos de la vuelta a casa en coche con la radio retransmitiendo el partido de la semana, llegada al garaje, te despiertas, pero aún te haces el dormido para ver si te llevan en brazos. Qué felicidad.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Di wu ke! De motobicis y canciones

Por aquí sigue pasando el tiempo raudo y veloz, ya más de un mes en esta ciudad encantadora, de aire pesado y agobiante. El invierno acecha y las calefacciones centrales ya han empezado a funcionar. Esto significa que la sequedad ambiental que ya de por sí se respiraba ahora, se agrava con el aire caliente de nuestro hogar, conclusión: mami tengo mocos, la piel se me cae a tiras y el aceite johnson bebé se convierte en compi de mañana y noche.
La semana pasada fue el cumpleaños de Juanmi, amigo de Sun City y nuestra estrella guía de Pekín. El regalo bien merecido fue una moto-bici eléctrica que pude probar por la noche al volver a casa.
Pues bien, esta semana me ha tocado a mí, Pilar, otra estrella guía, hizo las gestiones necesarias para que nos trajeran a casa una moto roja (bueno, otra vez, bicimoto), ¡para mí! Sí sí, ahora una ya es más pequinesa...Da libertad poder moverse por el barrio con una motillo, ir al super a hacer la compra y meter los huevos en la cestita delantera de la zixingche (esto es, la bici china). De momento no me he alejado mucho de casa con la moto, cada día se irá ampliando el radio de acción. Lo bueno: en enero estaré en la ofi en cinco minutos gracias a la moto.
Dejando de lado los medios de locomoción hoy quiero comentar la apasicionante clase de chino que hemos tenido. Después de haber terminado un libro y empezar con uno nuevo, dar una gramática de locura (en breve empezamos con la pasiva), y hacer un examen esta semana, nuestra academia nos ha regalado una última hora de "canta con nosotros", con un clásico de Den Li Jung. ¿Quién es? Yo creo que es la Rocío Durcal china, y digo Rocío porque siempre la preferí a la Jurado o a la Panto.
Este finde semana toca excursión a la Gran Muralla (Chang Cheng). Iremos a Mutianyu, quizá pasemos una noche en una farmhouse, veremos cómo se estila el turismo rural en este país.

Y os echo de menos.