martes, 20 de enero de 2009

Días de noche

Me quema el estómago, ¿dónde estoy?: aquí o allí. No lo sé. Escucho el sonido de los pitidos de los coches en doble fila de la calle Monte Esquinza. Recorro las calles caminando por las aceras estrechas que sólo permiten ir en fila de a uno. Nada de dos. Uno. Entro en las tiendas de libros y arte, arte y parte, arte y dinero. Mierda y dinero.

Me pierdo, busco y reencuentro. Una vez más; pierdo, busco y encuentro. Algo nuevo, prestado y azul. El bueno, el feo y el malo. No hay dos sin tres. Lo busco entonces: sol y luna, noche y día, amor y odio, guerra y paz. Tengo cuatro: primavera, verano, otoño, invierno. Norte, sur, este oeste. Lo encuentro: el equilibrio, la transformación. Regreso al Tao. Al Chi. Ahora en Madrid. Mañana en Beijing.

jueves, 15 de enero de 2009

Por aquí, por ahora


El otro día fui con mi madre a mi querido teatro Alfil a ver 666, mítica obra del grupo Yllana. Obra desternillante y divertida, madre e hija no paramos de reir en las dos horas que duró el espectáculo. Y tan bien. Ya son varias las obras que he visto de ellos (La cantante calva de Ionesco, Flying Circus (grandes gags de los Monty Python), Imprebis y ...creo que nada más. Lo que más me gusta de ese teatro es lo variopinto de la gente, abuelos, jóvenes, parejitas, compañeros de curro, madres e hijas.

Un paseo desde la calle Pez hasta el famoso horno de San Onofre, de ahí vuelta a la Corredera Baja de San Pablo y Fuencarral. Un buen final de día con mi progenitora que me recordaba al buen día que pasamos allá en Beijing cuando fuimos a ver las acrobacias. El espectáculo estaba teñido de una magia especial que nos emocionaba a las dos, quizá fue nuestro ánimo y no tanto el número, quizá eran las dos cosas.

Hoy cuando volvía del fisioterapeuta cerca de la plaza de Olavide he visto una pintada en la puerta de una iglesia que todavía me da que pensar: No sabéis lo que puede hacer el cuerpo. Me pregunto qué cuerpo: el de bomberos, el diplomático, el celeste, el humano, el de Cristo o el de la Guardia Civil.

sábado, 10 de enero de 2009

Nieves y bienes


Poco a poco voy recuperando la paz interior, sintiendo que el tiempo empieza a ser mi tiempo. Estoy tranquila, los días que me quedan en Madrid los voy a aprovechar como se merecen. He empezado por ordenar y deshacerme de las cosas inútiles, que son tantas. Así se es más feliz, dando importancia a lo que de verdad la tiene y desprendiéndose de lo que uno no necesita.

Siguiendo mi tónica de viajes relámpago el otro día marché en tren para pasear por la urbe que ese día ostentaba el título de ciudad más fría de España y tomar pinchitos en el barrio viejo de Pamplona. El placer de viajar en tren, había olvidado lo bonita que es la estación de Atocha.

Ayer nevó en Madrid: cada vez me gusta más hacer fotos desde mi ventana.


viernes, 2 de enero de 2009

Año Nuevo, más vida

La vuelta, sentir el desarraigo, qué difícil volver, con la ilusión que tenía y lo que me está costando adaptarme. No encuentro los interruptores de mi casa, institivamente toqueteo la pared dos palmos más arriba de donde se encuentra el botón de la luz, estoy acostumbrada a las paredes de Pekín y a sus interruptores altos. Y así con todo.

Me cuesta salir de casa, más de lo que esperaba, con lo bonito que está Madrid. Al lado de Monte Esquinza han puesto un árbol de Navidad de color rosa. Qué más podría pedir.

Mis abuelos, tíos y primos, mi madre y mi hermana. Eso sí que me ha gustado, verles y hablar con ellos, ser bienvenida.

Durante 15 meses no he estado enferma y ahora resulta que al llegar a mi ciudad mi cuerpo me lo agradece con un dolor de garganta del demonio y toses varias. Yo creo que hay demasiado oxígeno aquí y me sienta mal.

Estaba acostumbrada a cruzar ocho carriles nada más salir de mi casa de Pekín. De pronto, en el camino en coche del aeropuerto a casa me di cuenta de que la calle Serrano es estrecha estrecha, los edificios en ambas aceras se acercan unos a otros, formando una bóveda casi cerrada que tapa el cielo. Y la Castellana, cuánto árbol y qué pequeña, mucho más de cómo la recordaba.

Me asomo a la ventana y veo el Fénix, justo antes de emprender alto el vuelo. Allí, justo bajo el Ave Fénix donde un día de 2007 desayuné cinco cafés e hice el repaso a una vida. Bueno a dos. Se encontraron y decidieron seguir juntas de la mano.

Creo que me voy a dar un paseo que ha salido el sol y los gorriones están cantando.

En Pekín no hay gorriones.

Feliz 2009, feliz todo. Que cada uno se tome el año como mejor pueda. Seguir aprendiendo, creciendo, viviendo, queriendo, dando, luchando, esperando, amando bien, sobre todo eso. Bien.