domingo, 29 de junio de 2008

Xibanya!

No sabemos qué pasará. Lo que si sé es que mañana volveré a ir como un zombi a la oficina, con un sueño terrible y ganas de morir. Un último esfuerzo.
Fin de semana el mío más que aprovechado, me he levantado a horas muy decentes, he paseado por el Pekín nublado y sucio, he hecho fotos por rincones desconocidos para mí y he hecho la compra ¡bien! Me he reencontrado también con la comida china, llevaba mucho tiempo yendo a restaurantes occidentales y ya apetecían unos jiaozis.

Se va confirmando que la época más terrible para estar en Pekín es el verano. Una semana sin ver el sol, ¡una semana! La neblina panza de burra ya me está tocando la moral, empiezo a estar deprimida. Pobres deportistas olímpicos, que se preparen. Observen señores qué horizontes, qué cielos, qué asco.

martes, 24 de junio de 2008

Cielos azules, ¿dónde?


El cielo de Pekín está más negro cada día. Creo que al Señor de las Tormentas se le ha ido la mano con esto de los bombardeos y ahora no sabe cómo arreglar el descosido. Yo lo veo más bien un roto. Da igual que llueva cada noche, el ambiente está cargado como nunca antes.

Hoy cuando llegaba a la oficina me encontrado en la puerta con unos gaiteros que tocaban alegres ante la sorpresa de todos los chinos que paseaban temprano en su camino hacia el mercado. Resulta que la muralla de Lugo y la de China se hermanan. Qué bonito esto de los hermanamientos, a lo mejor han sido los gallegos los que se han traído la bruma para Pekín. En cualquier caso yo cada día estoy más agobiada por la llegada de los JJOO, lo sé, lo sé, ni que tuviera que participar en las pruebas de anillas y barras paralelas. Pero me agobio, yo soy así, y así seguiré, nunca cambiaré.

Hablando de los JJOO, los organizadores son gente sin corazón. Resulta que el hijo de mi profe de chino (más bien es antiprofe, porque no me enseña un cagao, pasamos casi todo el rato hablando en inglés...eso me pasa por coger a una laoshi moderna), eso, el hijo de mi profe de chino, un niño de seis años, ha sido elegido para participar con más niños en la ceremonia de clausura de los juegos. Me contó Gaoyun (Nube Alta, así se llama mi maestra, muy acorde el nombre con la ciudad de Pekín), que el otro día su querido hijo fue a hacer un ensayo al Nido, el estadio de moda. Los organizadores recogieron a los niños a las cinco de la mañana y volvieron a las doce de mediodía a casa. Cual fue la sorpresa de todos los padres, que los niños llegaron con ampollas en la cara y deshidratados (no habían bebido agua en las seis horas, a pleno sol). Eso sí, durante todo ese tiempo de duro ensayo y cánticos angelicales, los responsables tuvieron la cortesía de darles a las pobres criaturas unos chilis chinos, que creo que sientan muy bien para la insolación.

Muchos padres se han quejado y han dicho al Comité o quien sea que sus hijos no van a volver a pasar por ese suplicio. Mi profesora, después de dar aftersun a su retoño, decidió que el niño tenía que seguir yendo a los ensayos, que esta experiencia hay que aprovecharla. Pues sí, aprovechemos todos esta gran experiencia, que, como diría una Miss, China es muy bonita y la gente es maravillosa.

domingo, 22 de junio de 2008

Y no me importa, porque llevo torta

Y bien grande que es.
Quiero estar allí, donde el calor y la humedad, donde tampoco se puede ver el cielo por la neblina del desierto y las obras tampoco descansan, día y noche de trabajos, más polvo en el aire. No es Pekín, es Dubai. Una semana en el cielo, durmiendo, comiendo y leyendo. Ayer, regreso a China, de nuevo desgarrador para mi corazón, que ya se ha hecho mayor y sabe muy bien lo que quiere. El maravilloso avión de Emirates surcó de nuevo los aires para sobrevolar los terrenos inhóspitos, que tanto me gustan a mí: entre los cielos de Peshawar e Islamabad, entre la cordillera del Karakorum y la meseta Tibetana, más allá las estribaciones de los Himalayas. Y luego, Sache y Kashi, el mercado más lejano del mundo, allá donde nunca pude llegar en mi periplo xinjianés. Montañas, montañas, nieve, y después, el desierto.

Atardeceres que quedan a mi espalda, porque mi avión va hacia la noche: azul, verde, amarillo, ocre, naranja, bermellón, rojo, morado y gris. Gradación perfecta de colores. De los fríos a los cálidos.


No es por Deira ni Jumeira, es por ti, por eso mismo puede ser Dubai, Pekín, Toronto o Belmopán.

domingo, 8 de junio de 2008

Lorenzo y Catalina

Qué historia más triste la suya, que nunca se encuentran. Y encima a ella le toca trabajar de noche.



Amanece en Pekín, a las cinco de la mañana o antes. La atmósfera contaminada y densa que hay sobre esta ciudad es peligrosa. Nunca he visto soles tan raros como los de aquí. Soles, sí, cada día es uno distinto. Al menos para mis ojos. En este lugar pueden pasar muchos días sin ver el sol, otros días se intuye una bola de fuego entre la neblina, y los "días azules", sobre todo en verano, el sol quema sin piedad. Así está mi piel, hecha un desastre, adaptándose a los cambios de humedad 0% en invierno al 80% de verano. Cálculos a ojo, que conste. Así está Gebreselassie, que no quiere correr la maratón. Yo le entiendo.



Lunes de dolor, como todos, como debe ser. Pero esa es la gracia de la semana, cada día con su aquél particular. Últimamente mis días tienen demasiadas horas, activa casi 19 horas diarias, así estoy con el pelo cada vez más blanco, vivo demasiado tiempo despierta. Con lo que me gusta dormir. Mis contradicciones, me da pereza ir a dormir. También me da pereza beber agua.


Ya tengo proyecto para la semana, beber agua y dormir. No será fácil, otros planes se ciernen sobre mí: estudiar chino, cortarme el pelo, preparar maleta, pintar, ir a la ciudad de las fotos ... (algún día dedicaré un espacio particular para estas pequeñas ciudades dentro de la ciudad. Que yo sepa, en Pekín hay ciudad de fotos, ciudad de gafas, ciudad del té; mercados todos ellos, cada uno de su producto estrella; de ahí que también existan los mercados de la seda, de los animales, de electrónica, de la perla, etc etc. ) Un, dos, tres, responda otra vez.



Quiero ir al cine. A la calle Fuencarral, si fuera posible.


sábado, 7 de junio de 2008

Tres eran tres












Ya se han marchado... ¿Y ahora?
Qué difícil se hace Pekín a veces.

En una semana volaré nueve horas hacia la paz absoluta. El calor, las obras y la broma emiratí.
Me quedan los trasgos y los cuentos, allá en la barrera, desde donde me gusta ver las cosas. Así que son.
Gracias por acompañarme.