viernes, 13 de marzo de 2009

Error en la página



Miro por la ventana desde mi puesto de trabajo en esta empresa renovable a la que tanto quiero y veo a un chino en carricoche marchar en sentido contrario por la carretera. Ni me inmuto. Me doy cuenta entonces de que ya llevo bastante tiempo por aquí, que sin ton ni son comienzo a entender fragmentos cuasi largos de las sucesivas reuniones en chino a las que asisto y que cada vez disfruto más los días de comida en chino de postín.

La semana ha sigo agotadora y mi tan esperada clase de Taichi para mañana a las ocho de la mañana (un sábado, no hay otra) tendrá que esperar aún más. La clase y yo. El profesor y yo.


Sobre mi futuro profesor de Taichi:

Un chico joven amigo de una amiga que conocimos en la fiesta de despedida de ésta. Él comienza a hablarnos de Tíbet como un lugar al que debemos ir si bien con mucho cuidado, ya que hay mucho delincuente y la gente es muy pobre y te pueden robar de todo. Gente que le da igual si pierde a su hijo por la montaña " Mañana seguiremos buscando" y que tiene la cara tan sucia que se le podría quitar una capa de mugre como si de una máscara se tratase. Tras este discurso que me dejó loca perdida comienza él (mi futuro profesor) a hablar sobre su experiencia de niño en el templo de Shaolin. Allí donde aprendió todo lo que uno ha de saber sobre el Taichi y se hizo tan bueno que los amables monjes le quitaron la documentación para que no volviera a salir del monasterio nunca jamás. Él, gran promesa del Tai Chi y Kung Fu, estaba cansado de la dura vida Shaolín, escapó de allí y hoy anda por los modernos Pekines enseñando a la gente de alta alcurnia TaiChi a la carta, eso sí, sin perder la esencia, transmitiendo que la fuerza está en el interior y que todo está en los cinco elementos (fuego, madera, agua, metal y tierra).

Así, el metal surge de la tierra, la tierra surge del fuego, el fuego se produce por la madera, la madera surge gracias al agua. Y al revés, el agua apaga el fuego, el fuego funde el metal, el metal rompe la madera, la madera extingue la tierra y la tierra absorbe el agua.

Ya que mañana es prioritario que duerma en paz unas horas más, al menos entrenaré la mente. Mi libro de Laozi será ahora mi lectura de cabecera. De nuevo creo que un año más será poco.


Todo esto es verdad, tanto como que experimentamos en nuestras propias carnes la llave mortal de la garra (véase Kung Fu Panda, gran película vista en un tren Madrid-Pamplona)

Nota del blog de hoy: no fue escrito hoy sino el viernes antes de salir del curro. Hoy es lunes y por fin se puede decir, anunciar y pregonar que la primavera ha llegado a Beijing. Varios indicios:
- Mastico arena cuando hay viento (el Gobi hace de las suyas en estas épocas)
- Las neblinas parece que se hacen más comunes
- Montar en bici no implica tener los ojos impregnados en "lágrimas de frío"
- Los chinos se bañan felices en el río de Liangmahe
- La gente sale a la calle más aún si cabe
- La sequedad extrema hace mella, ahora más que nunca
- En algún lugar algún jardinero ha comenzado a regar el césped
- Hay fresas y espárragos (no es algo sólo de Aranjuez)
- El abrigo empieza a colgar de mi bolso tras caminar tres manzanas (equivalente a diez en España)
- Las terrazas de Nanluoguxiang se llenan los fines de semana
- Es 16 de marzo
- Huele a verano
- Hace un año creo que también enumeré en primavera

domingo, 1 de marzo de 2009

Somos recios



Cansancio y sueño, hoy ha sido un domingo de marzo, el primero del mes. Algo de olor a verano ya con aires de frío, las abuelas salen al sol a comentar las jugadas del día y los niños del culo al aire pasean más a gusto, no más cistitis hasta el próximo invierno ¡bien!


Mi nuevo profe de chino es un niño que sólo me habla de los maridos y las mujeres, de estar enamorado y de que su padre le pegaba sopapos cuando de niño no escribía bien los hanzis. Yo me quedo mirándole pasmada sin saber qué decir, a las ocho de la mañana poco puede una reaccionar.


El pasado fin de semana fue de volteos pekineses, reencuentro con la Ciudad Prohibida y Dazhalan, los olores y el caos, el cielo azul y la felicidad. También regresé al teatro de Chaoyang a ver las acrobacias, por tercera vez ya y no me canso. En China es el único lugar donde la reventa es más barata que el precio de taquilla.

Ayer estuve en una fiesta de pelucas.