lunes, 29 de septiembre de 2008

De las moscas del mercado


Ellos te castigan por todas tus virtudes. Sólo te perdonan de verdad - tus fallos. Como tú eres suave y de sentir justo, dices: "No tienen ellos la culpa de su mezquina existencia. Mas su estrecha alma piensa: "Culpable es toda gran existencia". (...) Huye, amigo mío, a tu soledad y allí donde sopla un viento áspero, fuerte. No es tu destino el ser espantamoscas.

Así habló Zaratustra.

Y me marcho a Japón, hoy no, mañana, hoy a Shengyang, ya cerca de Corea del Norte, allí donde estuve ayer negociando con los negociantes, de nuevo protagonista de una Ópera que nunca me aprenderé, sin embargo, ya estoy tranquila, estoy, aprendo, escucho, disiento.

Nos vemos el lunes hormiguitas.

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