Ayer fui a ver Turandot a la ópera, yo sola con mi Don imaginario. Éste era nuestro plan conjunto de despedida de Pekín, y al final, me tocó ir sola. Las contingencias de la vida, cómo puede cambiar un plan futuro de un día para otro. Así vienen los problemas y así toca aceptarlos. Y a ser fuerte.
Los ciclos: sola vine a Pekín y me marcho de Pekín sola.
En Madrid me espera nuestra nueva casa, nuestra nueva vida, mi nuevo trabajo.
En Pekín me quedan las sucesivas despedidas, las gestiones varias (mudanzas, compras..), las últimas fotos, los últimos paseos, las visitas a mis restaurantes favoritos, los últimos descubrimientos (ayer fui en bici luchando contra la pereza y el frío hasta el barrio de Hepingli, grato descubrimiento, arquetipo de barrio pekinés).
Muchos de mis amigos ya se han ido, eso lo hace todo un poco más fácil y a la vez más deprimente. Estos días veo la ciudad desde otra óptica, nuevos sentimientos y experiencias.
Noto como el tiempo pasa ahora mucho más rápido que hace unos años, me hago mayor sin duda. Tres años se asemejan a mis seis meses en Londres, hace ya cinco años.