¡La encontré! Donde la ciudad monstruosa se convierte en pueblo y los pájaros vuelan sin rumbo, el silencio es absoluto y huele a chimenea. Un poco más al este de las torres de la Campana y el Tambor, antaño marcadores de los principales hitos del día, situadas en el eje central de Beijing, que de norte a sur es Qianmen, Tiananmen, Ciudad prohibida, la Colina del Carbón, la Campana y el Tambor, y mucho más al norte, el estadio del Nido. Todos los parques y altares, siguiendo los principios del ba gua en el feng shui, así como mi nueva casa, orientada al sur. Cada sábado por la mañana vemos el sol que nos mira en nuestra habitación al este. Ya a mediodía, si nos movemos al salón (en el centro de la casa), ahí sigue observándonos, y luego ya por la tarde, cuando sólo nos mira de reojo, mientras se esconde tras los tejados grises de la ciudad vieja.
Y qué cantidad de cosas se acumulan en dos años (cosas, sólo son cosas), y qué terribles que son las mudanzas. Todo sea por un año de novedades y una terraza sobre mi tejado, con vistas a los hutones del barrio.
Mientras me pregunto, ¿Por qué no hubo cielo azul en Madrid?¿Por qué estoy tardando tanto en leer la Montaña del Alma? ¿Cuándo iré a por mi título de chino? ¿Cuándo me darán mi visado y esta situación ilegal en la que me encuentro terminará?
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