Bei Hai, parque maravilloso y milenario. El domingo amanecí con ganas de salir de paseo, recuerdos de Madrid...Sola. El día amaneció soleado, eso sí, mucho viento, pero dado el invierno que nos espera a menos diez grados y menos hay que aprovechar cualquier día bueno.
Siempre me he tomado mi tiempo para ponerme en marcha, hacia las dos de la tarde por fin salí de casa camino del metro que tengo cerca de casa (Dongsishitiao). No hay una combinación que pille bien hasta el parque o cercanías, pero me apetecía pasar por Tianamen primero. Desde allí media hora de paso ligero hasta el parque. Miradas miles de chinos, solicitud de fotos varias con ellos. La risa...
El área del norte de Beijing sorprende por la cantidad de árboles, parques y lagos. Mi sonrisa se iba ampliando a cada paso. ¡Por fin, por fin! Ya estoy dentro, cruzo un puente hacia una isla culminada por una pagoda tibetana. Salgo de ahí, sigo paseando, muchos rincones, muchos parques dentro del parque, barcos por el lago, taichi, dragones y sol de otoño. Ha sido un domingo feliz, ausencia de bola, paz interior.
Ayer miércoles volví al mismo parque con la excursión semanal que nos prepara la academia. Igual de bonito, más sorpresas. Los chinos bailan y cantan en los pabellones del parque, niños vestidos de jirafa pescan peces en el lago de la antigua casa de retiro del emperador... Al salir por la puerta norte del parque decidimos cruzar para ir a Houhai, más lagos y bares muy chulos. Paseo por los hutongs y dos gin tonic de media tarde, ¿por qué? Ayer se celebraba Halloween, fiesta absurda que nunca me ha gustado, jamás me disfracé para tal noche y de momento mantengo la tradición. Ayer lo hubiera hecho de haber encontrado un disfraz de oso panda. Tengo un año para encontrarlo.