
Este fin de semana he vuelto a recuperar la paz. Paseo por Nurenjie, un lejano oeste en mitad de Pekín. Ahora de nuevo toca la vuelta a la rutina, recordar y vivir.
Mañana parto para Xinjiang, una ruta de la seda en cinco días, muy poco tiempo para conocer lo que en su día fue la mayor vía de comunicación de la tierra, paisajes inhóspitos y población Uygur. Dunghuang, Turpan, Urumqi, Kashi, Urumqi y vuelta a Beijing. Ése es el plan, aunque dada la experiencia por el sur de Yunnan nunca se sabe cómo saldrán las cosas. De momento las aventuras siempre han salido bien, los conjuros me protegen.
La primavera pekinesa es difícil de sobrellevar, la presión atmosférica y las partículas del aire hacen que cueste respirar. Hoy estoy cansada. Tarde preparatoria de viaje y lectura.
Cuando vuelva ya será mayo, mi hermana y mi madre casi estarán de camino. Primera parada Delhi, yo os esperaré aquí en Pekín.