domingo, 13 de abril de 2008

Electra


Siguiendo en mi línea de intolerancia hacia las aves trepadoras he decidido comentar un poco de mi vida pekinesa sin mentar a los pobres de espíritu.


Esta semana ha sido muy de parques y paseos, de sol y primavera. Ayer me fui con Pili a Nanluoguxiang a desayunar en una terraza, al calor del sol matutino. El aire estaba lleno de pólenes varios en suspensión pero sorprendentemente mi alergia aguantó. El plan era ir a la zona del museo de arte nacional y comprar pinturas, lienzos y demás para dar rienda suelta a nuestra vocación frustrada. Intención convertida en acción. Por primera vez en mucho tiempo cumplo alguno de mis planes. Desde que llegué a Pekín no he dejado de proponerme cosas y apenas he hecho una cuarta parte de las mismas. Lo mismo me ocurría en Madrid, la verdad, es muy de mí, qué se le va a hacer. Todo es empezar y aprender. En ese camino sigo.


Hoy por la mañana de camino a la oficina una señora se ha caído de la bici en el cruce con un semáforo. Ningún chino ha reaccionado, miraban impasibles cómo la mujer se quedaba tumbada boca arriba sin mover ni un miembro de su cuerpo. Yo me he acercado y he levantado su bici. Luego me he acercado a ella para levantarla. Ha sido entonces cuando se ha acercado uno de los chinos que estaba observando la escena, como otros quince más que había allí. No entiendo los modales de estos chinos, no se ayudan nada entre ellos. Las colas son otra historia, aquí nadie respeta una fila. Es cierto que en España también está la típica señora mayor ansiada que hace todo lo posible por colarse, pero no es lo mismo. Esto hay que vivirlo para ver el descaro que tienen muchos de los pequineses.


Por último: están tirando Pekín, manzanas enteras para construir centros comerciales. Estoy muy triste. De nuevo compruebo que el poder de las aves trepadoras se erige sobre cualquier otro. Vaya, prometí que no hablaría más de ellos.

2 comentarios:

La chica automática dijo...

Ali no te muevas de ti jamas nunca. lu xxxxx

Lluc Alemany dijo...

En Bogotá también están tirando las casitas ideales que dan un toque raro a la parte norte y más desarrollada de la ciudad. No sé si volveré alguna vez a pisar este país. Pero, lo que tengo claro es que no será lo mismo dentro de unos pocos años.
En cuanto a Pekín, la verdad es que recuerdo pocas cosas de mi viaje hace 7 años. Básicamente me acuerdo del frío infernal de finales de diciembre. Pero me contagias y me pongo triste porque odio la idea de destruir el pasado de las ciudades.
Pues nada, yo sigo con mi cuenta atrás: 16 días...
Un besito desde la otra parte del mundo