Ahora solita tras la llorera por la despedida de mis amis, qué bonito que vengan de visita los amigos de siempre, no notar que han pasado casi ocho meses sin volver a casa, que todo es como siempre, que los bailes con abanicos se disfrutan igual y las risas salen solas, qué bien, qué felicidad. Vuelta a la realidad hoy, no es tan dura, no pasa nada, un paso hacia delante y luego otro. Ya está, respira hondo.
Durante estos meses he aprendido a liquidar de forma paulatina mi bola de domingo, basta ya, nunca más. Ahora vienen otras bolas, presentes durante toda la semana, qué hacer el año que viene, cómo, cuándo y porqué. Bueno, tranquilidad, el genio viene en breve, es todo lo que necesito, aquí le espero, lo demás, importa lo que importa. Mientras, he decidido perderme entre historias de alquimia, antropología e historia china. Algún hanzi que otro también aprendo. Buf, cada vez más cuesta arriba, como el pobre Sísifo, este esfuerzo para nada.
Pekín, Pekín, Pekín, a veces me lo tengo que repetir varias veces para ser consciente de dónde estoy. Ah! Sí, sí, es verdad, en Pekín: con sus Juegos Olímpicos y su lema "One world, one dream" "周一个世界, 周一个梦想", y qué sueño común será el que tenemos...Dudo de los sueños de algunos, mejor quedémonos como estamos, cada uno en su realidad, que el lado oscuro y mezquino está mejor donde está, y yo no quiero saber nada de ambiciones y bajezas. Como reza el I-Ching, seamos mejor número nueve en el quinto lugar, cuando el dragón vuela alto sin haber caído aún en excesos. Así quería ser siempre el emperador, sin llegar al nueve seis, cuando el dragón es arrogante y vuelve a lo más bajo, si llegamos a la cima más alta lo siguiente que toca es la caída. Obviedades estas en las que hay que pensar.
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