Me pierdo, busco y reencuentro. Una vez más; pierdo, busco y encuentro. Algo nuevo, prestado y azul. El bueno, el feo y el malo. No hay dos sin tres. Lo busco entonces: sol y luna, noche y día, amor y odio, guerra y paz. Tengo cuatro: primavera, verano, otoño, invierno. Norte, sur, este oeste. Lo encuentro: el equilibrio, la transformación. Regreso al Tao. Al Chi. Ahora en Madrid. Mañana en Beijing.
martes, 20 de enero de 2009
Días de noche
Me quema el estómago, ¿dónde estoy?: aquí o allí. No lo sé. Escucho el sonido de los pitidos de los coches en doble fila de la calle Monte Esquinza. Recorro las calles caminando por las aceras estrechas que sólo permiten ir en fila de a uno. Nada de dos. Uno. Entro en las tiendas de libros y arte, arte y parte, arte y dinero. Mierda y dinero.
Me pierdo, busco y reencuentro. Una vez más; pierdo, busco y encuentro. Algo nuevo, prestado y azul. El bueno, el feo y el malo. No hay dos sin tres. Lo busco entonces: sol y luna, noche y día, amor y odio, guerra y paz. Tengo cuatro: primavera, verano, otoño, invierno. Norte, sur, este oeste. Lo encuentro: el equilibrio, la transformación. Regreso al Tao. Al Chi. Ahora en Madrid. Mañana en Beijing.
Me pierdo, busco y reencuentro. Una vez más; pierdo, busco y encuentro. Algo nuevo, prestado y azul. El bueno, el feo y el malo. No hay dos sin tres. Lo busco entonces: sol y luna, noche y día, amor y odio, guerra y paz. Tengo cuatro: primavera, verano, otoño, invierno. Norte, sur, este oeste. Lo encuentro: el equilibrio, la transformación. Regreso al Tao. Al Chi. Ahora en Madrid. Mañana en Beijing.
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